jueves, 10 de enero de 2013

ENRIQUE IV de CASTILLA

El 5 de enero de 1425, nace en Valladolid el príncipe Enrique de Trastámara, tercer hijo del rey Juan II de Castilla y su esposa, la infanta María de Aragón y reina consorte de Castilla. Muerta su madre en 1445, el rey casará con su segunda esposa, Isabel de Portugal, y dará a Enrique dos medios hermanos que le acabarán disputando el trono toda su vida: el infante Alfonso, e Isabel.

Desde poco después de nacer, Enrique fue nombrado Príncipe de Asturias. Durante su niñez, su educación se vió muy influenciada por Álvaro de Luna, el valido de su padre.



A los 15 años, en 1440, Enrique contrae matrimonio con la infanta Blanca de Navarra. De este matrimonio no solo no tendrá descendencia, sino que acabaría siendo anulado por el papa Nicolás V, alegando que durante años, ni tan siquiera habían llegado a consumar el matrimonio. Comenzaría así una negra historia respecto a la vida privada del príncipe y futuro rey, que sería conocido por algunos, (como el cronista Palencia), como Enrique el Impotente.

En los años posteriores ocurrirían hechos relevantes en la vida del príncipe. En 1554 muere su padre, por lo que él es proclamado rey a los 29 años con el nombre de Enrique IV. Una de sus principales obsesiones como monarca siempre fue la unión con Portugal. Para ello trató de tener una cercana alianza con ellos, contrayendo matrimonio, por segunda, vez con Juana de Avis, infanta portuguesa.



El reinado se caracterizó por una notable falta de liderazgo, a la misma vez que existía un poder muy destacado de la nobleza castellana. Uno de los que más influencia acaparaba era Juan Pacheco, marqués de Villena, compañero inseparable del rey. El marqués y su hermano Pedro Girón, se consideraban piezas claves de la monarquía. Todo cambió con la entrada en la corte de Beltrán de la Cueva, que se convirtió en favorito del rey, desplazando a un segundo plano a Pacheco y los demás. Los conlictos de interés son tales que hasta se extiende el rumor de que Juana, la recién nacida hija de los reyes, no ha sido engendrada realmente por Enrique, sino por el propio Beltrán, lo que le otorga el apodo de Juana la Beltraneja.

En 1464, ante el descontento, se crea en Alcalá de Henares una Liga Nobiliaria, donde los nobles se juntan para reclamar al rey mayores privilegios y cotas de poder. De este modo buena parte de los nobles deslegitiman a la princesa Juana, y exigen  que el sucesor sea Alfonso, el medio-hermano del rey. Finalmente algunos nobles acaban proclamando rey a Alfonso, con tan solo 11 años de edad, en un acto conocido como la Farsa de Ávila. 



Estos conflictos de poder llevan a los partidarios y detractores del rey a una guerra de clanes nobiliarios que produce un profundo desgaste en la sociedad castellana. Las tropas de ambos bandos libran una dura batalla en Olmedo, en 1467, sin que exista un claro vencedor. El conflicto se extiende aun un año más, hasta que el infante Alfonso, un mero títere de Pacheco, muere en extrañas circunstancias. De este modo, algunos de los que proclamaron rey a Alfonso, dan su apoyo a la hermana, Isabel.

En 1468, Enrique IV y su media hermana Isabel se reunen para pactar, desoyendo a la nobleza, y sellan el Tratado de los Toros de Guisando, en Ávila. Desde este momento todos se comprometían en guardar lealtad al rey, a cambio de que Isabel fuera nombrada Princesa de Asturias, heredando así el trono en detrimento de Juana, hija del rey. A su vez el rey se guardaba el derecho de concertar el matrimonio para Isabel con quien él considerase.



A partir de entonces, con Beltrán fuera de la corte y con una Isabel que acepta su reinado, las aguas se calman para el rey. Pacheco vuelve a ser su hombre fuerte, pero poco a poco se van forjando nuevos intereses. Enrique cansado de las manipulaciones de Pacheco y de las infidelidades de su esposa, cae en una espiral de decadencia. Isabel, que considera que el rey ha violado los pactos de Guisando, obra en su interés y contrae matrimonio en secreto con Fernando, el príncipe heredero de Aragón. Esto traerá nuevos conflictos, numerosas traiciones y nobles que cambian de bando en varias ocasiones, contando la pareja de Isabel y Fernando (futuros Reyes Católicos) con muchos más apoyos.

Finalmente, muy desgastado y tras la muerte repentina de su principal valedor Pacheco el marqués de Villena, el rey Enrique IV fallece en Madrid el 11 de diciembre de 1474. 

Isabel fue proclamada reina al día siguiente, pero el conflicto entre los 2 bandos no cesa, y da lugar a la guerra de sucesión entre Isabel I y Juana la Beltraneja, lo que se puede comparar como partidarios de aliarse con Aragón o con Portugal.

Enrique IV fue enterrado en el Real Monasterio de Guadalupe, en la provincia de Cáceres.